Después de encontrar las primeras pinturas rupestres en la parte alta de la comunidad de Quilima del Dragón Dormido, nos concentramos en el sector de la playa, para continuar la búsqueda de lo que sería una segunda fase de esta riqueza cultural pintada en las rocas, que según comentan los lugareños están en el lecho de la montaña.
Muy de madrugada en un ambiente fresco, ya que la misma humedad del lago Titicaca provoca no dormir más y con la idea de verificar un segundo mural rupestre, comenzamos la búsqueda.
En dirección sur, seguimos por el borde de la playa con arena blanquecina, en medio de rocas gigantes, donde parece ser que el tiempo no habría pasado y menos movido algo desde su creación.
No éramos los únicos en el lugar, por la noche habíamos encontrado a un español deambulando el sector, que siguió su rumbo solo, con la misma curiosidad e inquietudes que nosotros.
UBICACIÓN
Luego de haber caminado media hora, divisamos los pictogramas estaban a un costado de la playa, en un muro de piedra gigante y exactamente al borde de la montaña, tal cual nos habían descrito.
No estaba oculto, por el contrario muy visible al paso de la playa, la que es de una belleza inigualable. Se pudo advertir la presencia de varios visitantes.
PINTURAS RUPESTRES
Efectivamente se trata de un grupo de pinturas rupestres del mismo color rojizo de Pintani, Seke Kollo o Chira Pata como la denominan los mismos comunarios, sin embargo más difusos que los primeros que habíamos encontrado.
Las pinturas daban la impresión de haber sido remarcadas con pintura blanca o quizás sea la textura original.
Se puede apreciar en este mural, algo así como una hormiga, oruga o quizás cien pies, una cruz en forma de esvástica o tal vez lo más impresionante es que parece ser una persona que aparentemente está volando en el aire, similar imagen a las primeras encontradas, pero esta vez en color blanco. A lado alguien quiso inmortalizar su nombre, sin darse cuenta nuevamente del valor de los pictogramas, debido a que el mural no está resguardado y se encuentra al aire libre, por lo que corre el riesgo de desaparecer.
Expuesta al igual que las otras, por la lluvia, viento, humedad están a punto de borrarse las pinturas rupestres que seguramente podrían ser la historia de la comunidad de Quilima, que guarda con mucho celo el lugar.
A pocos metros de las pinturas rupestres, está un hermoso mirador de gigantes piedras con vista al lago, donde se puede apreciar la perforación de un grillete, posiblemente para colocar fierro, suponemos, ya que tiene esa forma.
Ubicado muy estratégicamente las pinturas como el mirador de piedras dan el aspecto que probablemente haya sido algún centro de culto o religioso, el sector tiene fuerza visual y está distante de la comunidad bajo el ruido que provoca el lago Titicaca.
LA CUARESMA
A la distancia, la comunidad festejaba la Cuaresma y los habitantes nos invitaron al mediodía a la iglesia. Luego de visitar el templo de Carabuco, nos enrolamos a la ceremonia.
Niños, jóvenes y mayores en ese orden comenzaron a dar vuelta rezando el atrio de la iglesia, que es muy pequeña. En realidad es una capilla simplemente, pero las oraciones no cesaron girando de manera masiva, mientras otro grupo estaba sentado y a la expectativa de la conclusión.
Luego de una reflexión bíblica y darnos la bienvenida, el grupo de mujeres que estaba sentado, se movilizó extendiendo largos aguayos, como de diez metros, donde comenzaron a echar comida, entre chuño, papa, tunta, queso, galleta de quinua, pan, refresco, fruta y el tradicional ají amarillo con queso. Era el apthapi de la comunidad.
Había mucha comida, Celso Villca comentó que había que llevarse lo que sobraba, sino era un desaire, pues la forma como esta población festeja la Cuaresma católica es compartiendo todo tipo de alimentos y llegan de los diferentes sectores para departir lo que cada familia prepara, convirtiéndose en todo un emporio culinario.
Cuando pensamos que había terminado, nuevamente los comunarios nos invitaron para departir en el apthapi de la coca que era simplemente para los mayores. Las señoras armaron dos filas largas de aguayo y comenzaron a echar coca con confites para las mujeres y para los hombres con cigarrillos.
Lo curioso es que para romper el hielo de quien comienza el festín, cada persona agrupa y ordena la coca e invita a quien desee hacerlo y sigue el procedimiento de unos a otros, según nos explica don Félix Villca.
Las hojas son bien escogidas y casi del mismo tamaño, aproximadamente entre 6 ó 10 hojas para luego dárselo a otras personas que rodean el apthapi de la coca.
Similar actitud asumen las mujeres, pero el acullico lo hacen con confites o dulces. Sentadas ellas comienzan a invitar al coca que están en varios aguayos.
La comunidad Quilima del Dragón Dormido está organizada por una directiva, el secretario general es la máxima autoridad a cargo de Fortunato Villca, de haciendas Primitivo Condori, seguido del Jilakata Ascencio Villca.
HERMOSAS VISTAS PAISAJISTAS
Luego de apreciar el mural rupestre en la parte alta de Quilima, comenzamos a ascender por el lado opuesto del Lago Titicaca, donde encontramos un desfiladero de rocas de todo tipo y forma, no sentimos diminutos ante la majestuosidad de la columna de piedras gigantes que anida, insectos, animales silvestres, plantas en la parte superior e inferior del cerro que seguramente perdurará en el tiempo, entre medio el hermoso paisajismo que se puede observar en cualquier dirección.
Bajando por donde se puede, nos alejamos del lugar para acampar en la orillas de la playa de Quilima del Lago Titicaca y encontrar el otro muro de pictogramas con lo cual concluimos nuestra visita a esta comunidad, donde sus pobladores están orgullosos de su región y prefieren conservarla tal cual esta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario