Una nueva teoría sobre la iconografía del friso de la Puerta del Sol –el monumento lítico finamente tallado de la cultura Tiwanaku– sugiere el ritual a los difuntos o al ancestro, ya que se descubrió un elemento simbólico que transita por el cuerpo de Wiraqocha, la figura central de la escultura y que se desplaza a través de un esquema de ascensión desde las profundidades de la tierra, reafirmando la idea que “la muerte no era el fin, sino un viaje hacia el astro Sol”.
El científico boliviano José Teijeiro informó al portal CienciaBolivia que su hipótesis planteada sobre la ideografía prehispánica se vincula con el rito fúnebre, ya que es altamente posible que la configuración de Wiraqocha o “padre Sol” de la escultura arqueológica esté destinada a mostrar el desplazamiento en “un viaje” siempre espiritual. “Para ellos –los tiwanacotas– la muerte no era el final, sino era una marcha, un trascender como lo sigue siendo hoy para los aymaras que se encaminan al Wiñay Marka o pueblo eterno, cuando mueren”, resaltó.
El antropólogo Teijeiro tiene estudios de doctorado en Holanda realizados el 2005 y es el actual Director del Instituto de Investigaciones Antropológicas Arqueológicas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Su teoría, publicada en la obra: “Tiwanaku ideografía y simbolismo en la Puerta del Sol” expone la relación del culto a los ancestros representados en los tallados de piedra del portal, como una complejidad deífica o suprema, semejante a una “sagrada corte de justicia” que desde lo “cosmo mitológico” controlaba y determinaba el presente y el futuro de sus comunidades, habitantes y gobernantes.
Con relación al origen de la investigación, el experto detalló que surgió a partir de una preocupación por Tiwanaku –civilización que desarrolló el arte y la ciencia, desapareciendo cerca del año 1200 de Nuestra Era– y su iconografía. “Me propuse hacer una investigación del monumento más emblemático y cómo podríamos intentar decodificar esa simbología”, dijo el científico.
La Puerta del Sol está tallada en una sola pieza –que también puede ser un muro– de piedra andesita de aproximadamente 10 toneladas de peso y cerca de tres metros de alto y cinco de largo. Se encuentra en el centro ceremonial tiwanacota –distante a 71 kilómetros de la ciudad de La Paz– al interior del templo Kalasasaya, pudo ser parte de una edificación mayor posiblemente en la pirámide Akapana o en el mismo Kalasasaya o trasladada desde Pumapunku, todos ellas grandes edificaciones líticas.
En su friso se esculpió una fina y compleja iconografía que ha generado diversas opiniones de las que sobresale la dominante que la relaciona con un calendario. El nombre que recibe la escultura arqueológica es porque en el centro de ella se encuentra una representación culturizada y antropomorfa del astro Sol, identificado académicamente como “El Dios de los Báculos”, mientras en el mito de origen –de Tiwanaku– y la tradición oral es identificado como Wiraqocha, lo flanquean tres hileras conformando seis grupos con muchas figuras o “seres alados” que suman un total de 48 motivos.
ESQUEMA DE ASCENSIÓN
Teijeiro explicó que a partir del pedestal de tres pisos en la parte inferior de la figura central de la Puerta del Sol se encuentra un elemento simbólico un “complejo Ser” enterrado y es el inicio del acto ascensional –asumiéndolo ya en calidad de hipótesis de trabajo– se encontraría al interior del pedestal –encerrado– motivo por el cual éste carecería de la formación alada que lo caracteriza al ubicarlo, más arriba, en el pectoral de Wiraqocha.
El elemento se está desplazando –detalló el Director del Instituto de Investigaciones Antropológicas Arqueológicas– lo encuentras viajando al interior de la figura central, y luego la misma iconografía llega a la parte superior de la cabeza, entonces el “desplazamiento está dado”. “El complejo Ser, el elemento simbólico de rostro felino antropomorfo está observando hacia arriba y la formación alada que éste posee simbólicamente significa que se encuentra en un acto ascensional que implica a su vez purificación y angelismo”, añadió.
Dijo que hacia la última parte de toda la configuración del esquema de ascensión llega a la cabeza, en ese lugar lo encontramos –el elemento iconográfico– ubicado en el área central superior del mismo Sol, ya no de perfil como se lo observa en el pecho de Wiraqocha, sino de frente.
EVIDENCIAS ESPECTACULARES
El investigador al referirse al desplazamiento planteado en su teoría, dijo que se le viene a la memoria el cuento del Inca Pachacuti relatado en las Crónicas de Betanzos. De ellas, Teijeiro, rescata los acontecimientos de origen Quechua Inca, del inca Pachakuti fallecido en 1471 quien había ordenado la realización de actividades relacionadas con su muerte; entre ellas “que su cuerpo debía ser introducido en una tinaja grande y ser sepultado bajo tierra…que se coloque encima de su sepulcro un bulto de oro hecho a su semejanza”.
En este contexto, el Inca hizo saber a sus allegados “que se encontraba cansado y que ya quería ir a descansar al sol…”. A través de esa lectura
–afirmó Teijeiro– comienzas a estructurar un elemento significativo y valioso en la dinámica simbólica de la cultura andina prehispánica y “te das cuenta que el culto al ancestro o al difunto es fundamental”.
El científico también mencionó un textil tiwanacota que fue descrito por el arqueólogo Javier Escalante el 2001 al que se refirió indicando que, “el referente para la realización del delicado tejido fue toda la composición iconográfica del pedestal de Wiraqocha. “Tienes esa configuración –del textil– que aparentemente está al interior de un entierro pero comenzando a trascender de forma única y particular que se asemeja a la figura que está en la base del pedestal de Wiraqocha”, agregó.
Teijeiro afirmó que en todos los sitios que se realizan excavaciones arqueológicas donde se encuentran restos tiwanacotas, lo más valioso siempre son los sitios en los que se han realizado ceremonias fúnebres y son los que tienen un contexto mucho más estructurado, porque parecería que estos rituales han sido de sustancial importancia en la vida de las sociedades prehispánicas.
El científico boliviano también se refirió a la celebración de Todo Santos dedicada a los difuntos, un culto a los ancestros “en el que te encuentras con la tumba y encima de ella colocan la mesa de ofrenda con elementos que tienen un significado, por ejemplo en la zona de los kallawayas aún se mantienen los tres pisos que se asemejan al pedestal de Wiraqocha”.
“La festividad de Todo Santos que en definitiva es un culto a los difuntos nos permitirá ser testigos vivos, aunque no plenamente conscientes de la importancia y vitalidad social de este inmemoriable patrimonio cultural que en su tiempo singularizó y posibilitó la existencia de un gran imperio: Tiwanaku”, concluyó Teijeiro.
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