domingo, 22 de febrero de 2015

Proyecto Museo Comunitario Arqueológico Una ventana al pasado en Piñami

Montículo. Este sitio fue ocupado por casi mil años por diferentes culturas, quienes dejaron restos arqueológicos que se quiere preservar a través del trabajo comunitario.



El Proyecto Museo Comunitario Arqueológico Piñami se establece sobre la base de un montículo de tierra ubicado en el barrio Quechisla, al noreste de Quillacollo, en el kilómetro 10.5 de la avenida Blanco Galindo, entrando un kilómetro al norte.

A simple vista se trata de una gran protuberancia de tierra, de más o menos cuatro metros y medio de alto, que alberga silenciosamente secretos de nuestros antepasados. Sitio en el cual se realizaron diferentes excavaciones y se designaron tres puntos de estudio arqueológico.

De acuerdo a Zulema Terceros, arqueóloga y codirectora del Proyecto Piñami, este montículo se fue creando a través de los siglos, y fue edificado por diferentes pueblos que llegaron a habitar en la zona.

Según las investigaciones arqueológicas realizadas, se establece que el montículo era un asentamiento humano de uso multifuncional, ya que se encontraron indicios de vida doméstica: cerámicas, arquitectura y restos religiosos (tumbas e instrumentos ceremoniales).

Todas estas piezas fueron analizadas y la información recolectada sirvió para recrear la vida y las costumbres de los antiguos habitantes. De acuerdo a la investigación este montículo fue ocupado por más de 1000 años (aproximadamente desde el 100 d.C. hasta el 1600 d.C.).

Se cree que los primeros asentamientos estuvieron a nivel superficial, pero con la ocupación humana y la acumulación del sedimento el morro se fue elevando.

La arqueóloga asegura que la actual localidad de Piñami, y en general el valle cochabambino, era bastante húmedo y que esta era una de las razones para que los antiguos habitantes buscaran territorios elevados para vivir; de esta manera guarecerse del agua y de la humedad.

Ese podría ser el motivo por el cual los habitantes elevaron el terreno con rellenos, porque la tierra alta era más propicia para cuidar sus chacras y terrenos a distancia o era ideal para visualizar la llegada de forasteros.

investigando los restos

Los investigadores del Museo Arqueológico de la Universidad Mayor de San Simón, a la cabeza del arqueólogo Ricardo Céspedes, identificaron 54 montículos en el Valle Central de Cochabamba. Sin embargo, actualmente el de Piñami es uno de los pocos sitios que sobrevivieron al crecimiento.

En aquel tiempo este sitio arqueológico contaba con una superficie de dos a tres hectáreas de extensión, mientras que ahora solamente tiene 0,1 hectáreas. Pese a esta reducción territorial aún ofrece muchos datos sobre la vida de la gente que lo ocupó por algo más de 1.300 años.

La codirectora Zulema Terceros informó que el “Morro de Piñami”, como también lo denominan, fue excavado por primera vez en 1988 por investigadores de la UMSS bajo la dirección de Ricardo Céspedes.

En 2002, a solicitud de los vecinos de la OTB, se hizo una arqueología de rescate y luego, en 2005, Karen Anderson y Zulema Terceros realizaron el Proyecto Museo Comunitario Arqueológico Piñami.

El museo actual es resultado de una iniciativa conjunta entre la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), a través del Museo Arqueológico, los vecinos del barrio Quechisla y otras instituciones.

Los habitantes de la zona encararon este proyecto con mucho regocijo, puesto que estaban convencidos de que este atractivo turístico generaría mayores ingresos e incluso posibilidad de empleo para la gente del sector.

De esta manera, el Museo Comunitario Arqueológico Piñami se convirtió en un proyecto ambicioso a largo plazo, que consta de tres componentes: el Museo Abierto, las Salas de Exposición y el Jardín Arqueo-botánico.

Desde el 2006 se está trabajando en la primera fase del mismo, es decir, el Museo Abierto, ofreciendo al visitante la posibilidad de ingresar a una excavación arqueológica y poder ver los vestigios que dejaron los ancestros.

Actualmente la OTB Quechisla está realizando las acciones legales correspondientes para avanzar en la segunda etapa, que es la construcción de las salas de exposición.

hallazgos en el montículo

Según la antropóloga en este lugar habitaron las culturas Formativa, Tupuraya, Tiwanaku y Ciaco, todas dejaron un vestigio de su presencia y de convivencia. Terceros asegura que estos restos arqueológicos no son importantes solo por su cantidad, sino por lo que contienen y los datos que brindan.

“La interpretación de datos es lo que les ayuda a comprender y conocer los modos de vida de los antiguos habitantes del valle y así reconstruir su historia”, afirma Terceros.

Los restos arqueológicos encontrados desde 2002 constan de miles de fragmentos de cerámica, además de una cantidad considerable de vasijas enteras; restos vegetales carbonizados, líticos, huesos de animales como camélidos, roedores, peces y aves; más de 45 entierros, además de la única evidencia de arquitectura tipo tapial de la época de Tiawanaku.

Todas las piezas halladas durante las excavaciones fueron depositadas en el Museo de Arqueología de la UMSS.

De acuerdo a Eduardo Martínez Romero, presidente la OTB Quechisla, se tiene un convenio pactado con el Museo de San Simón, quienes a la fecha resguardan todos los objetos y artículos encontrados, mismos que serán devueltos cuando se establezca la segunda fase del proyecto.

acción comunitaria

El actual presidente de la OTB Eduardo Martínez Romero es uno de los pioneros del proyecto; él confiesa que sus planes iniciales no eran impulsar un museo, sino que llegó junto a un grupo de cooperativistas relocalizados de las minas en 1986, y juntos adquirieron dichos terrenos.

Al realizar las primeras excavaciones para construir sus casitas encontraron restos arqueológicos, por lo que pararon y esperaron que las autoridades den el visto bueno para continuar, pero no fue así.

Una vez que los entendidos, representantes del Museo de Arqueología de San Simón, dieron su veredicto, hicieron todos los trámites legales para no dañar dicho morro.

Es entonces cuando Eduardo Martínez se acercó a los vecinos y todos juntos comenzaron a proteger su patrimonio y a trabajar en comunidad, hasta lograr impulsar el Proyecto Museo Comunitario Arqueológico Piñami, el cual inició sus actividades el año 2003.

Poco a poco los lugareños fueron gestionando -junto a un equipo de personas e instituciones- el apoyo al mismo. Las profesionales encargadas de impulsar este proyecto son: Karen Anderson, directora del Proyecto Piñami y coordinadora del Proyecto Museo Comunitario Arqueológico Piñami y Zulema Terceros, como codirectora del Proyecto Piñami y coordinadora del Proyecto Museo Comunitario Arqueológico Piñami. Ambas fueron las encargadas de las excavaciones y posteriormente las impulsadoras del proyecto en conjunto.

Cabe mencionar que todas las personas interrelacionadas en este temática están trabajando de manera “Ad honorem”, esperando que las cosas cambien con la implementación de la segunda fase.

El primer paso fue trabajar en conjunto para proteger el sector, no solo de los saqueos, sino del daño que puede causar la naturaleza. Es de esta manera que se construyó el tinglado, que no cubre toda la extensión del montículo; es por ello que, en época de lluvia los investigadores junto con la OTB se encargan de proteger el morro con plástico. Pasado ese periodo se retoma la actividad normal.

Asimismo se trabajó con la gente de la comunidad para crear el primer grupo de guías locales, quienes fueron capacitados por el personal de la UMSS; pero, al no poder desarrollar el proyecto en su segunda fase, y no percibir ingresos económicos muchos dejaron de ir al museo.

Ahora solo dos personas se encargan de cumplir la función de guías, Ana María Colque y Norma Arroyo.

Ambas, expertas en el tema, llevan a los visitantes a recorrer los dos ambientes de exposición de restos arqueológicos, explicando los procesos y hallazgos importantes que se encontraron en el Morro de Piñami.

Tihuanacu, cuna del Imperio incaico

-En las últimas décadas, historiadores y arqueólogos bolivianos de la talla de Carlos Ponce Sanjinés, Federico Diez de Medina, Dick Ibarra Grasso, Roy Querejazu Lewis, entre otros ilustres, rechazaron la leyenda de que el incario fue el Estado superior en desarrollo y tecnología a las demás culturas prehispánicas existentes en América del Sur.

Por ejemplo, Ibarra Grasso, en su libro La verdadera historia de los Incas, critica al inca Garcilaso de la Vega, autor de Comentarios reales de los Incas por introducir nuevamente ya en la Colonia, el origen mítico del Imperio Inca, en los siguientes términos: “Garcilaso nos relata tres fábulas sobre el comienzo de los incas en el Cusco: La primera es la del padre Sol que da a los hermanos-esposos Manco y Mama Ocllo, la varita de oro para que fueran a buscar tierra apta para la agricultura. Allí no figuran los Ayares. La segunda aes la que hemos transcrito del hombre poderoso de Tihuanacu; la tercera es la de los hermanos Ayar, ocho en total, cuatro varones y cuatro mujeres, uno de los cuales era Manco Capac. La relación de los hermanos Ayar en Carcilaso es muy inocente: los tres hermanos sin que sepa más de ellos y Manco queda sol, con las cuatro hermanas para fundar el Cusco.

Ibarra Grasso, comenta: “Mucho antes de aparecer los más remotos comienzos de la Civilización tihuanacota, hubo en los territorios andinos de Bolivia, una sucesión de diversos pueblos y culturas que podemos resumir: Los primeros restos culturales los denominamos Viscachanenses por el nombre del primer yacimiento encontrado; la localidad es Viscachani a dos leguas de Patacamaya en la provincia de Sica-Sica, departamento de La Paz. Sus instrumentos típicos son lascas de múltiples formas, hachas de mano, raspadores, gubias, etc., de cuarcita verdosa, trabajadas toscamente con técnica de percusión (…). Su tipo cultural corresponde a un Paleolítico inferior de la arqueología europea. Siguen otras tres culturas existentes en el mismo lugar y en otros varios, particularmente en Potosí. La primera de ellas se caracteriza por la primera aparición de puntas de lanza en forma de hojas de laurel. La segunda nos presenta puntas de lanza arrojadiza o jabalina, en forma de hojas de sauce (…) En Tiahuanacu mismo (en supervivencias), en Oruro, el Sur de La Paz, en Cochabamba, en el Sur de Potosí, en Chuquisaca, en el Noroeste argentino, aparece después una cultura ya provista de cerámica y de piedra pulida y que conoce el cobre. La cerámica es gris y rojiza, distinguiéndose claramente por carecer de adornos pintados”.

Ibarra Graso continúa: “Los pueblos que formaron las culturas Tiahuanacu I y II, ya poseían una hermosa cerámica pintada, policroma, con numerosos rasgos. El Tiahuanacu Antiguo o III, se caracteriza por la existencia de una cerámica pintada, con poco pulimento. Tres formas principales aparecen entonces: una especie de botellón o cántaro chico; un vaso sahumador con cabeza de felino y otra especie de botellón o cántaro chico, de cuello corto y con los bordes de la boca muy abiertos. Según Carlos Ponce Sanjinés, a esta época pertenecen las construcciones arquitectónicas de Kalasasaya, Akapana, Pumapuncu, etc. La antigüedad de este período , según varios análisis de Carbono 14, se remonta hasta un siglo después de la Era Cristiana y dura cerca de tres siglos. El Tiahuanaco Clásico se caracteriza, en primer lugar, por su cerámica policroma, con esmerado pulimento y delgadez extrema en las paredes de las piezas”

En la arquitectura, según Ponce Sanjinés, “predominaría la construcción de grandes palacios hechos de adobe, pero también los edificios anteriores fueron aumentados en diversos detalles, utilizándose en ello la piedra andesita en vez de la arenisca. La puerta del Sol, de la Luna, el monolito Bennett y otros numerosos monolitos, pertenecen a este período”.

En aquel tiempo, de acuerdo a los autores especializados en el tema, la civilización tiahuanacota conocía el bronce, como lo prueban hachas con filo en media luna; tupus, tumis o cuchillos en forma de T. En la base expansiva, Tiahuancu llegó a tener cerca de 1 millón de kilómetros cuadrados de extensión; dominando a Nazcas, Mochicas y la región del Cusco; la Sierra Central y Sur de Perú. La fase expansiva de Tiahuanaco habría comenzado a fines del Siglo VIII e incluso parte del Siglo XII.

A partir del Siglo XII se formó el Reino Colla, con su capital en Hatun Colla, cerca de Puno. El Reino Colla estuvo conformado por la misma gente aymara que integró el Imperio de Tiahuanaco. Posteriormente una nación o rama del Reino Colla, de ascendencia aymara habría de asentarse en un paraje que tuviese los requisitos necesarios para ser la capital de un nuevo reino. Sus caudillos repudiaron toda ascendencia aymara; se atribuyeron un origen divino como hijos del Sol y adoptaron un nuevo idioma. El caparazón era distinto, pero la sangre, la misma. Crearon una ciudad que estuviese también en el centro del mundo. La llamaron Cusco, que quiere decir el “ombligo”, el “centro”.

Roy Querejazu Lewis encaró el tema del verdadero origen del Imperio Inca, sosteniendo en su famosa obra Bolivia Prehispánica, lo siguiente: “Los Incas tienen su origen en una de las naciones Collas de habla aymara. En consecuencia durante la fase que comprende el Imperio Legendario, dependían políticamente del Reino Colla con su capital en Hatun Colla. Durante el reinado de Pachacutec Inca Yupanqui se elaboró una ‘Historia Oficial’ que procuró, como primera medida borrar esa dependencia política de los reyes Collas y establecer para su dinastía un origen divino como ‘Hijos del Sol’ y así aumentar su autoridad y facilitar sus posteriores conquistas territoriales”.

Querejazu Lewis agrega: “La ‘Historia Oficial’ buscó presentar al Imperio Legendario como enteramente cusqueño, con Manco Capac, su fundador y primer soberano. La Historia Oficial no pudo, sin embargo, tener un control absoluto sobre las creencias que traslucen algunos aspectos y detalles que identifican el origen Colla y por lo tanto Aymara del Incario, incluyento a Manco Capac”.

Sin embargo, el que los Incas hayan adulterado o mejor dicho, renegado de su procedencia originaria kolla-aymara, no podemos menos que admirar el sistema de gobierno y los progresos adquiridos en la agricultura gracias a represas y canales de riego, así como en la cría de camélidos y otros animales propios de las mesetas. Además de contemplar, a distancia, el admirable comportamiento de sus súbditos y aún de las gentes “conquistadas” por los diferentes Incas y la creación de un atisbo federal: el Tahuantinsuyo. (clovisdiazf@gmail.com)

viernes, 20 de febrero de 2015

Hallan fósiles de mamíferos de la era glacial en Chuquisaca

Un equipo de paleontólogos bolivianos halló en el sureste del país varias piezas de fósiles de mamíferos prehistóricos, con una antigüedad estimada de 14.000 años, por lo que corresponderían a la última era glacial, informó ayer a EFE uno de los investigadores.
El científico Omar Medina, de la Sociedad Boliviana de Paleontología, explicó que el hallazgo se ubica cerca del municipio de Mojocoya, a 180 kilómetros al noreste de la ciudad de Sucre, departamento de Chuquisaca.
Los investigadores encontraron restos de fósiles de gliptodontes (una especie de armadillo gigante) y gonfoterios (mastodontes) en una zona que, a juicio de Medina, puede tratarse de un cementerio de la era glacial, al estar esparcidos los restos en una gran extensión de tierra.
"Existen varios huesos a flor de tierra y creemos que existen muchos más enterrados por el lugar”, sostuvo Medina.
Primeros indicios
El descubrimiento inicial fue realizado a fines de diciembre pasado, cuando se encontraron vértebras y molares de mastodontes, gracias a la ayuda de los pobladores de la región, según el investigador.
El trabajo continúa con la recolección y búsqueda de piezas en un área de, aproximadamente, cinco hectáreas.
El plan de los paleontólogos es trabajar después en una campaña de dos a tres meses, y en una etapa posterior durante un año.
La alcaldía de Mojocoya es la que, por el momento, financia el trabajo, el transporte de los equipos y los gastos de la primera fase de la investigación, indicó Omar Medina.
"Es un descubrimiento importante, porque Chuquisaca se caracterizaba principalmente por tener huellas de dinosaurios y ahora se encontraron fósiles de mamíferos del Pleistoceno”, sostuvo el experto.
Cerca de Sucre se encuentra un farallón con varias huellas de dinosaurios, con una antigüedad de 66 millones de años, constituyéndose en uno de los sitios paleontológicos más importantes de Sudamérica.
El equipo de investigadores está formado por seis bolivianos, asesorados por expertos desde Uruguay, que ayudaron a determinar a qué especie correspondían los huesos encontrados.
Omar Medina agregó que a partir de ahora solicitarán ayuda a entidades extranjeras para obtener la certificación internacional oficial del hallazgo.
La Sociedad Boliviana de Paleontología realiza trabajos específicos en los departamentos de Chuquisaca y Tarija, lugare

Hallan fósiles de mamíferos gigantes

Un equipo de paleontólogos de Bolivia halló en el sureste del país varias piezas de fósiles de mamíferos prehistóricos con una antigüedad estimada de 14 mil años y que corresponden a la última era glacial, informó ayer uno de los investigadores.

El científico Omar Medina, de la Sociedad Boliviana de Paleontología, dijo que el hallazgo fue hecho cerca del municipio de Mojocoya, a 180 kilómetros al noreste de la ciudad de Sucre, en el departamento de Chuquisaca.

Los investigadores encontraron restos de fósiles de gliptodontes (una especie de armadillo gigante) y gonfoterios (mastodontes) en una zona que, a juicio de Medina, puede tratarse de un cementerio de la era glacial, al estar esparcidos los restos en una gran extensión de tierra.

"Existen varios huesos a flor de tierra y creemos que existen muchos más enterrados por el lugar", dijo Medina.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Arqueología Encuentran restos óseos de sirionós y chanés

Después de seis meses de haberlo encontrado de manera casual un ciudadano en San Julián, el grupo de antropólogos y arqueólogos de la Dirección de Cultura de la Gobernación de Santa Cruz, pudo evidenciar que estos restos óseos datan de hace más de mil años de antigüedad.

La secretaria de Desarrollo Humano, Paola Parada, al momento de mostrar el hallazgo, dijo que es un hito en la arqueología de Santa Cruz, porque se trataría de la primera necrópolis del departamento.

El equipo de arqueólogos de la Gobernación cruceña conformado por seis miembros, luego de realizar los estudios de ADN y de Carbono 14, determinó que los restos óseos en San Julián pertenecen a un cementerio con más de 1.000 años de antigüedad.

El coordinador del Proyecto de Antropología y Arqueología, Danilo Drakij, explicó que "se presume que, por la forma y posición de los huesos encontrados, hay de distintas edades, los restos serían de dos civilizaciones diferentes: la Sirionó y la Chané".

"La urna funeraria podría pertenecer a la cultura Chané", concluyó Drakij. E

martes, 10 de febrero de 2015

Al encuentro de Puma Punku

“Si algún lugar es la prueba de la presencia de alienígenas en la antigüedad es Puma Punku, ¿Son las ruinas de Puma Punku el resultado de una ingenuidad casi inverosímil del hombre primitivo o son obra de unos poderes supremos?”; luego, Giorgio Tsoukalos añade: “Puma Punku es el único lugar del planeta Tierra que en mi opinión fue construido directamente por los extraterrestres”. Con estas frases comienza la introducción del capítulo “El Misterio de Puma Punku” correspondiente a una popular serie televisiva difundida por History Channel.

Influenciado en los escritos de Erich Von Däniken, la serie plantea un sinnúmero de incógnitas que parecen no tener una respuesta lógica. Puma Punku fue construido -según lo sostienen- mediante el empleo de técnicas avanzadas solo comparables a las sofisticadas tecnologías actuales, ¿Cómo sus constructores pudieron trasladar rocas de más de cien toneladas de peso desde la cantera hasta el destino final?, ¿Cómo pudieron hacer finos grabados y perfectos ángulos rectos sin las herramientas apropiadas?, ¿Podrían ser estas ruinas la evidencia de una civilización perdida en el tiempo?, son algunas de las preguntas más frecuentes que tratan de dilucidar. Algunos segmentos del programa hacen énfasis en los singula-res bloques H, al respecto nadie sabe exactamente para qué sirvieron; hay especulaciones que desde mi punto de vista, no son tan convincentes, desde la que sostiene que fueron parte de las bisagras de una enorme puerta lítica, hasta la más fantástica que señala que -una vez ensamblados- sirvieron de pla-taforma de lanzamiento de naves voladoras; pero al mar-gen de ello, lo único comprobable y cierto es que son muy requeridos por turistas y estudiosos para tomarles numerosas fotografías, pues su fama alcanzó niveles internacionales. Con todo y a 3.845 metros de altitud, las monumentales obras de Puma Punku, aún mantienen el velo en suspenso a la espera del aporte de nuevas hipótesis, teorías y descubrimientos que descifren el verdadero propósito para el que fue construido.

El polifacético arqueólogo boliviano, de origen austriaco Arturo Posnansky fallecido en 1946, fue uno de los más grandes investigadores de la cultura tiwanacota, causó controversia al proponer una teoría alternativa respecto a su origen. Mediante cálculos arqueo-astronómicos dató su edad en 15.000 años a.C., algo poco o nada creíble para la comunidad científica ortodoxa. También afirmó que Puma Punku fue un templo consagrado a la luna, donde existían recintos y habitáculos en las plataformas con los asientos en los bloques cabeceras, específicos para los “pu-mas sagrados”, predestinados para el culto a este astro.

En el ingreso del complejo arqueológico -textualmente- se lee: “PUMA PUNKU EL MAYOR TEMPLO TIWANACOTA DESCUBIERTO, A LA FECHA SE OBSERVA AL ESTE INMENSOS BLOQUES FINAMENTE PULIDOS, EL MAYOR DE ELLOS PESA 132 TONELADAS 3 PLATAFORMAS CONSTRUIDAS A BASE DE SILLARES, UNA PLATAFORMA SUPERIOR CON PLANTA EN U Y PISO DE OCRE ROJO, CANALES DE DRENAJE UNIDOS CON GRAPAS DE COBRE, Y UN PATIO INTERIOR EPOCA IV”.

Puma Punku quiere decir la “Puerta del Puma”, se encuentra a 1 kilómetro del templo de Kalasasaya y a 72 kilómetros de la ciudad de La Paz; ocupa aproximada-mente dos hectáreas de superficie. De estructura piramidal, es conocido por sus enormes bloques de andesita trabajados con extraordinaria precisión de corte y colocación; se piensa que fue erigido al finalizar el periodo Clásico de Tiwanaku, pues la técnica es mucho más refinada que la de otras construcciones. En la parte superior de esta edificación, se halla un pequeño templete con sus respectivos ca-nales de desagüe y hacia el oeste se observan los restos de lo que fue una es-calinata de acceso.

“Ellas son, posiblemente, las ruinas más antiguas y las más desconcertantes sobre la faz de la Tierra. Es difícil imaginar que no sean conocidas como una de las mara-villas del mundo como la Gran Pirámide. Espectacular por derecho propio, es la Gran Pirámide, sin embargo, palidece en comparación con las ruinas de Puma Punku en Tiwanaku, en América del Sur”, expresa una página virtual como desafian-do a conocerlo y después cada quien se ponga a formular su propia hipótesis…

Y como siempre me pasa, también me dediqué a observar la fauna del lugar. Mientras las kelluallas (gaviotas andinas) sobrevolaban las ruinas arqueológicas en busca de alimento, una familia de pampa huancus (cobayos silvestres) se metía apresurada en su madriguera para poner-se fuera del alcance de mi mirada. Una apasanka (araña de gran tamaño) y un escarabajo que se resguardaban debajo de una piedra, parecían enfadarse conmi-go por haberles perturbado inesperada-mente, metros más allá una oruga peluda y negra, de esas que abundaban por esta época en los alrededores de la urbe pa-ceña hasta la década de los ochenta (hoy extintas), asomaba solitaria en la rama de una planta rastrera.

martes, 3 de febrero de 2015

Sucre tiene yacimientos de importantes eras geológicas

Fósiles marinos con una antigüedad de 500 millones de años fueron encontrados en el Distrito 3. Con ello se confirma que el municipio de Sucre alberga yacimientos de al menos tres periodos geológicos importantes: Mesozoico, Cenozoico y Paleozoico.
El investigador de la Red Boliviana de Paleontología Omar Medina informó que el pasado fin de semana junto a su equipo realizó un rastrillaje en el Barrio El Rosal del Distrito 3. Ello tras los hallazgos de la coleccionista privada Magelia Jung e informes de Jacqueline Gallardo.
Su trabajo técnico confirmó el yacimiento con muchos fósiles de especies invertebradas pertenecientes al Paleozoico de al menos 500 millones de años de antigüedad.
Entre las piezas rescatadas, según precisó Medina, se tiene braópodos fosilizados y partes de trilobites. Las primeras especies eran invertebrados algo parecidos a las almejas, mientras que los trilobites son una clase de artrópodos extintos parecidos a los actuales crustáceos, ambos habitaban el lecho marino. El lugar donde se encontraron es una zona que a medida que se va urbanizando desvela yacimientos de fósiles, pero ello trae consigo el riesgo de que este material se pierda.
“Muchas veces le damos más importancia a dinosaurios y mamíferos, y descuidamos los hallazgos de la era Paleozoica cuando nos da información muy valiosa”, afirmó Medina.
Los fósiles de El Rosal son similares a los que Medina ya encontró en otra oportunidad en la zona de La Calancha.


Sucre, veta paleontológica
El investigador, cabeza del equipo de Paleoforma, explicó que el reciente hallazgo confirma que en el municipio de Sucre hay yacimientos de al menos tres periodos geológicos importantes: Cenozoico (hace 65 millones de años), Mesozoico (hace 250 millones de años) y Paleozoico (500 millones de años).
“En Sucre del total de yacimientos paleontológicos, el 70% corresponden a este periodo Paleozoico, casi toda la zona que tenemos en Sucre es Paleozoico, es decir en el Distrito 7, 5, 3 y 4, mientras que en el 1 y 2 tenemos Mesozoico y Cenozoico, además de mamíferos”, precisó.
Lo más interesante de estos hallazgos es que ayudan a determinar cómo era la paleogeografía de la región. De ese modo, Medina puede afirmar que hace 500 millones de años Sucre era un inmenso y profundo mar. “Todos estos fósiles que se encuentran a más 2.700 metros sobre el nivel del mar antes formaban parte del antiguo lecho marino. El impacto de la misma formación de la cordillera de Los Andes es impresionante, realmente el choque de las placas tectónicas ha debido ser tan fuerte que arrojó esta fauna a gran altura”, apuntó.


Proteger el patrimonio
Con la experiencia de varios sitios de la ciudad donde se encontraron fósiles y huellas, Medina recomendó que los planes de urbanización también vayan acompañados de políticas de preservación y rescate del patrimonio paleontológico.
“Por ejemplo, sabemos que en los cerros, sobre todo en el Churuquella, hay cualquier cantidad de huesos de dinosaurios, pero no podemos ir porque los vecinos acostumbran soltar a los perros y es peligroso acercarnos”, relató.

Seguirán trabajando

Al igual que en otros lugares de Sucre, el equipo de Paleoforma tiene previsto regresar a El Rosal y continuar con las labores de rescate de fósiles para su estudio y preservación.


lunes, 2 de febrero de 2015

Presentan el Coloso Túpac Katari en el pueblo de Ojje



La imagen de una gran serpiente fue durante siglos un símbolo de poder para las culturas que surgieron en las orillas del lago Titicaca, las que construyeron efigies en su honor. Una de éstas fue encontrada en el municipio de San Pedro de Tiquina.

La pieza —denominada Coloso de la Gran Serpiente Túpac Katari— fue hallada en la base de la fortaleza de Chuku Pirca, una pirámide ubicada en la comunidad de Ojje, en el municipio lacustre de La Paz, y representa, de acuerdo con los arqueólogos que la hallaron, a una anaconda amazónica.

“Durante muchos años se creía que era una vaca, ya que la figura estaba tirada sobre una posa, cuyas aguas la dañaron. Cuando la descubrimos en las investigaciones que realizamos el año pasado, nos dimos cuenta de su importancia, la pusimos en su posición original”, explicó el arqueólogo Luis Miguel Calisaya, uno de los investigadores responsables del descubrimiento y del proyecto.

El hallazgo de la pieza y de la pequeña pirámide es el resultado de una misión emprendida por la Fundación Dr. Manuel García Capriles —cuya sigla es emegece— en colaboración con el Gobierno Municipal de San Pedro de Tiquina y el Centro Internacional de la Conservación del Patrimonio en Bolivia (Cicop-Bolivia).

Gonzalo García, uno de los representantes de emegece, informó que los trabajos cuentan con financiamiento de embajadas europeas y de Estados Unidos y con el apoyo de la Alcaldía. La iniciativa del emprendimiento fue de Calisaya y su colega Marcial Medina Huanca, quienes estudiaron los trabajos de otros arqueólogos, como Arturo Posnansky, Wendell Bennet y Carlos Ponce, que trabajaron en ese territorio lacustre.

Según los datos de la investigación, tanto el Coloso como la pirámide tienen una antigüedad de aproximadamente 2.000 años, lo que los sitúa en el periodo denominado Formativo Tardío. Eso significa, de acuerdo con Calisaya, que la cultura que creó esta pieza lítica existió 500 años antes del surgimiento de

Tiwanaku. “A lo largo de la orilla del lago Titicaca surgieron varias civilizaciones anteriores a la aparición de Tiwanaku”, manifestó el científico.

Por su parte, Medina recalcó que en esa zona del lago existen yacimientos arqueológicos cubiertos por las aguas. Esto se debe —aseguró el arqueólogo— a que el nivel del lago fue subiendo con el paso de los siglos.

Esto también significa que, dependiendo de la profundidad a la que se encuentran los restos, se puede identificar la cultura que les dio origen.

En el acto de presentación del hallazgo arqueológico participaron los comunarios de Ojje —que se comprometieron al cuidado de las piezas—, autoridades municipales y departamentales. En el evento se presentó igualmente un proyecto de ley para proteger el yacimiento arqueológico y declararlo patrimonio nacional.

Detalles de la pieza

Origen

La figura representa a una anaconda, una de las serpientes más grandes del mundo y un símbolo de poder para las culturas andinas.

Daños

Debido a que estaba echada en un pozo con agua, la piedra del Coloso cambió de color, en parte por la oxidación.




Serpiente lítica y fortaleza de Ojje dan pie a investigación sobre estado arcaico

En las orillas del lago Titicaca, desde ayer se yergue otra vez la figura lítica del Coloso de la gran serpiente Tupac Katari.
Esta efigie es la pieza más importante del complejo arqueológico de Ch’uku Pirka, localizado en la comunidad Santiago de Ojje, en el municipio paceño Tiquina.
Su levantamiento y los descubrimientos realizados en la zona se han convertido en causas suficientes para continuar con las excavaciones e investigaciones en el complejo pétreo, del cual se ha determinado que se trataría de una fortaleza militar perteneciente a un estado arcaico del primer siglo después de Cristo, es decir que tiene una antigüedad de dos mil años.
Emprendimiento
El arqueólogo Luis Miguel Callisaya, uno de los investigadores que trabaja en el lugar, explicó que desde tiempos inmemorables los habitantes de la zona admiraron una gran cantidad de piedras trabajadas que cubrían un área de aproximadamente una hectárea, distribuidas en medio de sus cultivos. Entre éstas se encontraba desenterrado un lito tallado, de forma irreconocible, que suscitaba la curiosidad de los locales y se encontraba expuesto a los avatares del clima, sufriendo por muchísimo tiempo daños a raíz de las aguas estancadas.
Indicó que si bien investigadores como Wendell Bennett, Artur Posnasky, Max Portugal y Carlos Ponce hicieron algunos registros en el lugar, éstos fueron superficiales. Además, en la pasada década, los comunarios más ancianos, por temor a recibir algún tipo de castigo por las divinidades, evitaron que arqueólogos realicen excavaciones.
Sin embargo, la comunidad decidió gestar la investigación y descubrir los misterios enterrados en la zona.
De esa forma, la Alcaldía de San Pedro de Tiquina, la Fundación Manuel García Capriles (Emegece), el Centro Internacional de Conservación del Patrimonio en Bolivia (Cicop), la Embajada de Bélgica, con la colaboración profesional de Callisaya, y Marcial Medina Huanca, llevaron a cabo un diagnóstico de la fortaleza, el que se dio a conocer ayer, develando al lito de la serpiente levantada y acomodada en su posición original.
Descubrimientos
Callisaya y Medina explicaron que el complejo arqueológico está compuesto por más de 50 piezas líticas labradas, cuyos pesos oscilan entre una y cuatro toneladas, que formaron parte de muros de cuatro metros de altura, formando una fortaleza rectangular con una superficie de una hectárea.
Manifestaron que en la zona también se encontraron boleadoras y puntas de flecha, lo que da cuenta de un combate de hace aproximadamente dos milenios, lo que también es apoyado por distintas mutilaciones a los litos del área.
Indicaron que las piedras están hechas de arenisca roja densa, provenientes de las canteras de Desaguadero y Guaqui, trabajadas con un estilo escultórico realista. También descubrieron que existe una alineación directa entre la efigie de la serpiente y la Cruz del Sur durante las cuatro estaciones del año, haciendo de la fortaleza un observatorio astronómico. Asimismo, indicaron que este lito también sería una materialización del mito de la gran serpiente o katari, la que recorrería el río de estrellas en busca de un lugar para fundar un pueblo y convertirse en piedra, una cosmogonía propia de varias culturas de la región.
Investigaciones futuras
Gonzalo García, presidente de Emegece, informó que los descubrimientos realizados impulsaron el trabajo interinstitucional que se inició, por lo que el Gobierno belga destinará un millón de euros para continuar con el trabajo de exploración de la zona. De igual forma, autoridades locales recalcaron que con estos trabajos lo que se busca es poner en valor a la zona y su historia, y así incentivar al turismo como herramienta para el desarrollo de la comunidad.