lunes, 22 de mayo de 2017

“El deterioro de las huellas de dinosaurio es inevitable”

Acaba de participar en el II Encuentro Internacional de Paleontología, organizado por el Gobierno municipal, y se nota algo cansado. Pronto cumplirá 78 años y sin embargo, este espigado hombre de cabello blanco, italiano-brasilero de fluido español, cura de fortaleza espiritual, tiene una vitalidad envidiable. En 2018 se cumplirán dos décadas de su última vez en la ciudad y se muestra bien impresionado por la conservación de las huellas, por Cal Orck’o y el conjunto museológico de la capital de Bolivia.

Del Parque Cretácico, en una entrevista con ECOS, Giuseppe Leonardi, sacerdote veneciano licenciado en Ciencias Naturales, doctorado en Paleontología de Vertebrados, para muchos: el ‘padre de la paleoicnología mundial’, dice que “había visto imágenes en Internet, pero no me imaginaba una cosa tan hermosa”.

“Es un nido de águila en el frente del farallón, desde donde se tiene la vista del conjunto y, con los prismáticos, se pueden ver las huellas como si uno fuese un terodáctilo, volando arriba de las huellas de dinosaurio, de manera vertical”, describe sorprendido a continuación. Para el paleontólogo argentino Sebastián Apesteguía, quien también llegó al encuentro internacional, “Leonardi es un ícono en el estudio de huellas de dinosaurio en todo el mundo, pero más aún en Sudamérica. En Bolivia y Brasil destacaron sus hallazgos en los años 80”.

La diferencia

Le preguntamos qué ha encontrado de diferente en el farallón de Cal Orck’o respecto de aquel lejano 98, cuando junto a otros paleontólogos encabezó una expedición que le permitió publicar dos trabajos científicos y el doctor Leonardi, especialista en dinosaurios, particularmente en huellas fósiles e icnología de vertebrados, responde que, en primer lugar, un interés político que no había percibido antes. Destaca la predisposición demostrada por el alcalde Iván Arciénega.

Luego, el también experto en el estudio del comportamiento de los animales fósiles comenta que ha aumentado la cantidad de huellas en Cal Orck’o. “Se ha limpiado otra parte del flanco de la sinclinal, así que ahora no son más 6.000 o 7.000, como eran en 1998, sino más de 12.000. Fueron contadas en 2015, ahora deben ser más”.

Más temprano, Leonardi había hecho para todos los presentes en el Teatrino de la Casa de la Cultura Universitaria un repaso pormenorizado de una especie de catálogo de huellas de Cal Orck’o: la más grande “y posiblemente la más hermosa” de un anquilosaurio; las de una pareja de saurópodos tiranosaurios; un conjunto de mano y pie; la pisada de un mamenquisaurio en la pared; una de un pequeño omnívoro; la de un ornitópodo hadrosaurio (con pico en forma de pato) que estaba corriendo y otra de un anquilosaurio que según las estimaciones del paleontólogo italiano andaba a una velocidad de 12,5 km/h. A una, que distingue como “muy confusa”, se la adjudica a un “anquilosaurio borracho” (así lo bautizaron en Sucre), y se ríe.

El especialista habla entonces de la existencia de una “playa cretácica cubierta de estromatolitos, o sea alfombras laminares de cianobacterias o de algas, con láminas calcáreas atrapadas”. Y —algo menos complicado de entender para el común de la asistencia— dice que cada huella tiene un código.

A manera de aclaración, complementa con algo que para los capitalinos es un orgullo: “Los verdaderos astros de Cal Orck'o son los anquilosaurios”.

Derrumbes

A Leonardi, en la entrevista con ECOS, le consultamos sobre una preocupación general: el estado de conservación de las huellas.

Esto contesta él: “Hubo unos derrumbes de áreas interesantes, eso no se puede evitar en una pared con ese tipo de roca. Imagínese, hubo un terremoto acá en 1948 y la tierra es viva, los continentes son vivos, estamos en una región de montaña, de cerro, en donde hay erosión, en donde hay agua que baja y movimiento de terreno; además, se juntan los movimientos de los camiones que pasan, etc., y es natural que haya derrumbe”.

Pero encuentra como ventaja de los derrumbes que “abajo sale otro nivel con huellas, hay de siete a nueve niveles o capas rocosas con huellas. Así que cuando hay derrumbe de una capa, en la otra ya hay otras huellas que no se conocían”.

¿Riesgos?

En cuanto a la posibilidad de desaparición de las pisadas de dinosaurio “hay riesgo, naturalmente, porque cuando hay un derrumbe no es el tipo de calcáreo compacto que deja unas lajas con las huellas completas. En el derrumbe, el calcáreo se queda en fragmentos así que se pierde material”, aclara Leonardi a ECOS.

Por eso destaca como importante el trabajo que viene realizado un amigo suyo, el paleontólogo suizo Christian Meyer, a cuya labor describe como “un estudio completo, con todas las fotografías en 3D, etc., y los mapas de todas las superficies. Así que si hay un derrumbe y se pierde una parte, hay una documentación completa de cómo era”.

Después, cita un ejemplo para explicar que el deterioro de las huellas es algo inexorable: “Yo trabajo mucho en el nordeste de Brasil y allá las huellas están casi todas en el cauce de un río. Cada año, con la estación de las lluvias el agua se lleva unas huellas; es inevitable. En el lugar principal hicimos un canal de 500 metros para desviar el curso del río, pero el agua, cuando hay las grandes inundaciones... ¡es la naturaleza!”.

Estudio de invertebrados

Me ha pedido sentarnos porque estuvo hablando durante más de media hora y eso, sin contar las entrevistas previas para los canales de televisión y las radios, todas concedidas de pie, lo agotó. A un costado le esperan una hamburguesa y una botella pequeña con bebida gaseosa. Está de piernas cruzadas.

Leonardi viene de recomendar el estudio de las huellas de invertebrados (“hay muchísimas, está cubierto todo el terreno”, dijo a ECOS). Tras aclarar que esa no es su especialidad, comenta durante la entrevista que lo de los invertebrados “es importante también y explica muy bien el tipo de ambiente de este lago o de estos lagos salinos, no de agua salada como la del mar pero hipersalina. ¿Qué clase de ambiente y de clima había aquí?”.

Claro que, a la hora de las comparaciones, nadie les gana a los dinosaurios. Entonces, llega una nueva broma del paleontólogo italiano: “Generalmente se da más importancia a los animales grandes y por eso, ellos tienen más entrevistas”.

El cura paleontólogo

No sorprende un cura paleontólogo en la congregación donde pervive el hábito de la investigación y de las publicaciones científicas: él pertenece a las Escuelas de Caridad - Instituto Cavanis (que en Bolivia está en Santa Cruz de la Sierra con dos parroquias y siete escuelas).

Menos aún si nos enteramos de que su padre era paleontólogo y geólogo, y que su tatarabuelo, en la primera mitad de 1800, ya publicaba sobre geología. “Es una tradición familiar, lo llevo en la sangre”, resume con sencillez.

Desde su primera obra “gruesa”, de geología, que data de 1964, y desde aquella otra inaugural, sobre huellas, ya en paleontología, en 1972, Leonardi ha sumado hasta ahora más de 160 publicaciones científico-técnicas, además de innumerables artículos divulgativos en revistas internacionales.

Son apenas algunas de sus satisfacciones profesionales.

Él recuerda con especial cariño su paso por Toro Toro, en 1980, junto al geólogo Hernán Peredo, de GEOBOL. “Una malograda expedición, pero interesante como aventura”, morigera para ECOS. La remembranza, en su boca, pareciera que fuera ayer. “Llegamos en camión hasta Anzaldo… eran otros años, no había carretera, no había nada, solo senderos de tierra. Durmiendo en el suelo, llevamos casi a Toro Toro. Habíamos errado la estación, era tiempo de lluvias. Febrero, tiempo de ch’alla y había borrachos… hasta nos amenazaron”, dice, risueño.

En paralelo, el cura paleontólogo desarrolló una vida pastoral. “Afuera, los últimos nueve años trabajé para niños de la calle en el Congo. El resto, con pastoral universitaria”.

La despedida y un acta

Todos, menos él, han descansado en el intermedio del Encuentro de Paleontología, al que asistieron personalidades como el cruceño Mario Suárez Riglos, presidente de la Red Boliviana de Paleontología; el paleontólogo argentino Sebastián Apesteguía; el director del Museo de Historia Natural D' Orbigny (Cochabamba), Ricardo Céspedes, y el encargado del Centro de Recursos en Geosciencia (Cochabamba), Wilson Quiroga, además de Wilber Flores, de la Red de Paleontólogos de Tarija.

Estuvo también presente el geólogo chuquisaqueño Hugo Heymann, descubridor de las huellas de Cal Orck'o en 1985.

En el cierre de la entrevista, antes de distenderse un poco, Leonardi no considera justa la comparación entre las riquezas paleontológicas de Sucre y Toro Toro: “Son distintos. Desde el punto de vista científico, Toro Toro también es muy importante, yo mismo fui el primero en publicar y describir las huellas de allá”.

De todos modos, a pesar de que ciertamente son tesoros tan valiosos como incomparables, termina aceptando que “aquí (en Sucre) hay mucho más, sin duda, como número y como variedad de animales”.

Los paleontólogos nacionales y extranjeros que participaron en el encuentro internacional suscribieron un acta de respaldo a la inscripción del sitio paleontológico de Cal Orck’o en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, por su valor universal excepcional. •


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