domingo, 19 de febrero de 2017
Triángulo arqueológico entre Okinawa, Urubó y las Lomas
Okinawa, Urubó y las Lomas de Arena forman un valioso triángulo arqueológico que será excavado para recolectar reliquias escondidas hace unos 3.000 años y estudiarlas para identificar sus orígenes. “Este valiosísimo patrimonio fortalece la hipótesis de que en las llanuras cruceñas existió una civilización culta que echa por los suelos la idea de que los españoles se encontraron con enanitos indígenas desnudos y cazando pajaritos”, puntualizó el arqueólogo de la Gobernación cruceña, Danilo Drakic.
La declaración se basa en el hallazgo de un par de urnas funerarias en el predio agrícola de Kiyoshi Kogachi (Okinawa) y del que fue informado por otro agricultor japonés, Miguel Mashiro, quien se interesó por las vasijas y se percató de su valor arqueológico y dio parte a Drakic.
“Se trata de urnas enterradas con cuerpos humanos en su interior, más los utensilios donde se colocaban las ofrendas, y lo interesante son los grabados en la cerámica que, al margen de triángulos y líneas dibujadas, tienen rostros tallados que aparentemente fueron hechos en un periodo anterior al de la elaboración de otras piezas casi similares encontradas en otros sitios arqueológicos, inclusive en El Fuerte de Samaipata, lo que da la pauta de su antigüedad, porque es como si fueran obra de artesanos principiantes en esta clase de arte, por lo que puede deducirse su antigüedad”, agregó el arqueólogo, que trabaja para la Gobernación cruceña.
Otra característica de las reliquias tiene que ver con una especie de tres ‘patas’ que tienen las urnas y los platos donde se hacían las ofrendas.
Triángulo
Además de las reliquias encontradas en Okinawa (seguirán las excavaciones) hay evidencias elocuentes de la presencia de estos mismos grupos en la zona del Urubó y en las Lomas de Arena de El Palmar. En Urubó se encontraron piezas que están siendo destruidas y por ello tratan de acelerar el inicio de las excavaciones. Sin embargo, las muestras disponibles permiten asegurar que los pobladores de esta zona fueron los mismos que dejaron huellas en Okinawa, por lo que urge iniciar las investigaciones.
Lomas de Arena
En la década de los 60, una misión argentina de arqueología detectó un vasto territorio con valiosas piezas de cerámica que se han ido destruyendo por la presencia humnana y el avance de las dunas de arena, que tienden a enterrar de nuevo las reliquias que prácticamente estaban al descubierto. “Tanto en el Urubó como en las Lomas los yacimientos están por desaparecer y es una prioridad para la Gobernación descubrir lo que contienen y lo que pueden contarnos de nuestra historia las piezas que puedan encontrarse para su estudio correspondiente”, agregó Camilo Drakic.
Características
Para el profesional, no es una casualidad que se hallen yacimientos arqueológicos en la región, pues estos pobladores buscaban áreas cercanas a ríos de flujo permanente y caudaloso, como son el Piraí (como era) y el Río Grande, así como otras corrientes fluviales que existían. “No cabe duda de que estos grupos se fueron expandiendo por la región de los valles cruceños, el norte e incluso llegaron hasta lo que hoy es Cochabamba y posiblemente hasta el altiplano”, sostuvo el arqueólogo.
Perfeccionamiento
A medida que avanzaban por el territorio que hoy es Bolivia, los miembros de esa civilización iban perfeccionando su arte en la cerámica y, según Drakic, es muy posible (casi seguro) que gran parte de los hallazgos hechos en Samaipata provengan de esa cultura, que tejió un laberinto de redes camineras que vinculan antiguos núcleos humanos en la Chiquitania, Roboré, San Carlos (Ichilo), Okinawa, Urubó, Lomas de Arena, Samaipata, Comarapa, Postrervalle, Vallegrande, Mairana, entre otros sitios en los que se han hecho valiosos descubrimientos arqueológicos.
Necesidades
Pero el entusiasmo de Drakic por los hallazgos se ve disminuido cuando se le consulta si su departamento cuenta con los medios técnicos, humanos y económicos para encarar la tarea de proceder a las excavaciones de rescate de las reliquias para posteriormente estudiarlas, catalogarlas y fecharlas y llegar a la etapa deseable, que es la exposición de ellas al público para que se valore el patrimonio histórico y cultural de los cruceños. “Hay medios pero lamentablemente no los suficientes como para cumplir a cabalidad con este objetivo”, concluyó Drakic
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