jueves, 19 de enero de 2017

Jedu Sagárnaga: “El estado de conservación de los sitios monumentales en Bolivia es penoso”


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ARQUEÓLOGO| EL INVESTIGADOR ALERTA SOBRE GRAVES AMENAZAS SOBRE SITIOS COMO ISKANWAYA Y LAMENTA LA FALTA DE RECURSOS ESTATALES PARA LA PRESERVACIÓN DE LA RIQUEZA ARQUEOLÓGICA BOLIVIANA.

Regularmente Jedu Sagárnaga hace noticia desde alguna isla del lago Titicaca, o una centenaria necrópolis del altiplano o desde prospecciones en los valles interandinos. Su defensa del patrimonio ancestral boliviano data de hace varias décadas. En esta entrevista Sagárnaga hace una evaluación de la actividad arqueológica en nuestro país.



OH!: Al recordar las lomas artificiales del Beni, las momias que se hallan en el salar, las ciudadelas mollo y otras, se presume una riqueza arqueológica extraordinaria en Bolivia. ¿Es así? ¿Tiene Bolivia un potencial, digamos, superior al “normal” en Latinoamérica y en relación incluso a regiones mayores?

Bolivia tiene un enorme potencial arqueológico, pero no podemos manifestar apasionamiento alguno al momento de procurar una evaluación objetiva sobre la realidad. Hay países, como México o Perú, que poseen infinidad de restos monumentales lo cual posibilita, incluso, programas turísticos ambiciosos en esos países. Pero Bolivia tiene lo suyo, y esa herencia es la que nos interesa no con fines turísticos, y lejos –además– de compararnos con otros países o regiones. Los bienes arqueológicos reflejan nuestro patrimonio, y ese patrimonio es el que nos “significa” como país, como pueblos. Un país se cimienta en su historia más que en su riqueza.



OH!: ¿Cuánto de la presunta riqueza arqueológica boliviana se ha descubierto o identificado?

Dado que los restos monumentales no son demasiado grandes (cuantitativamente hablando), es importante saber que los vestigios no se limitan a estos. Los restos materiales también pueden referirse a dispersiones de puntas de proyectil líticas, fragmentos de cerámica, etc. Gran parte de nuestra riqueza puede expresarse en restos habitacionales, tumbas o –mejor aún– cementerios que aún no han sido descubiertos por encontrarse bajo suelo. Eventualmente labores agrícolas o alguna remoción de suelos por obras de ingeniería se topan con restos, pero no hay programas que –desde el Gobierno central– se dirijan a la exploración y recuperación de estos recursos culturales. O sea que lo que se ha descubierto hasta la fecha, es un porcentaje pequeño de lo que –sin duda– poseemos.



OH!: ¿Qué iniciativas o esfuerzos se hacen y se han hecho en ese sentido?

Las iniciativas y esfuerzos provienen, prácticamente en su totalidad, de entidades independientes. Normalmente son universidades foráneas que proponen un plan de estudios determinado y llegan con sus arqueólogos y recursos propios a trabajar en Bolivia. Por ley, uno o varios arqueólogos y estudiantes bolivianos se suman al proyecto y de esa manera se profundiza en un determinado tema o área, que en el espectro general no significa un adelanto muy significativo. Es justo mencionar a proyectos sostenidos como los que llevan a cabo Christine Hastorf de la Universidad de Berkeley; Heiko Prümers del Instituto arqueológico alemán; John Janusek de la Universidad de Vanderbilt; Christopher Deleare de la Universidad Libre de Bélgica, y otros pocos. Varios han perdido continuidad, y han preferido encaminar sus pasos hacia países vecinos probablemente por las mejores condiciones de trabajo que encuentran allí.

Cabe mencionar a la misión boliviano-finlandesa que trabajó en Bolivia desde 1988 hasta 2006, y de la que fui parte.



OH!: ¿Qué labor ha realizado SCIENTIA?

Nuestra institución –SCIENTIA Consultoría Científica- ha logrado captar unos pocos fondos en los últimos 10 años. Con ellos ha instalado pequeños museos de sitio, excavado en algunos lugares, inventariado restos arqueológicos o restaurado algunos sitios de interés patrimonial. Lastimosamente siempre extendiendo la mano a organizaciones foráneas o representaciones diplomáticas tales como la Embajada de los Países Bajos, la Cooperación Suiza, La Embajada de los Estados Unidos, la Cooperación Belga, etc. Que se motivaron, solidarizaron y finalmente apoyaron nuestras iniciativas. La instalación del Museo de Pariti, por ejemplo, costó 25 mil dólares que se consiguieron de la Cooperación Suiza en 2005. El Gobierno actual destinó 7 millones de dólares para el museo de Evo Morales en Orinoca, sin que allí haya ningún sitio de interés histórico o arqueológico, solo el hecho de que allí haya nacido el Presidente. Basta hacer un rápido cálculo para darnos cuenta de que con ese monto pudieron construirse 280 museos de sitio como el de Pariti. En el momento actual estamos mendigando para conseguir dinero para el museo de Cóndor Amaya que costaría solamente unos 35 mil dólares.

Por lo demás, el Gobierno no destina fondos para la investigación arqueológica. La única fuente de recursos es la “arqueología de contrato”. Esto porque las empresas que construyen caminos, tienden gasoductos o tienen concesiones mineras, por mencionar lo más frecuente, están obligadas por ley a realizar estudios de impacto arqueológico y ver de preservar los restos que se encuentren.



OH!: ¿Cómo van las políticas de preservación e investigación en los centros arqueológicos ya consolidados como Tiwanaku, Incallajta, Samaipata, Iskanwaya, etc.?

Poco puedo decirte al respecto, pues no estoy directamente relacionado con las instituciones gubernamentales encargadas de aquello. Además hay cierto hermetismo de parte de ellas.

Puedo comentar que Tiwanaku y Samaipata son Patrimonio de la Humanidad y, por tanto, deberían estar muy bien gestionados, pero parece que no es así. Sin embargo, en el Museo Regional de Tiwanaku recientemente se han montado dos novedosas exposiciones. Pueden tomarse como punto a favor para el Centro que tiene a su cargo la gestión del principal yacimiento arqueológico boliviano.

En Samaipata se hace mantenimiento del área arqueológica y se tiene permanentemente abierto el museo, pero no se han llevado nuevas intervenciones allí recientemente. Las más importantes fueron dirigidas por el alemán Albert Meyers, pero estamos hablando de los años 90.

En cuanto a Inkallajta tampoco se está interviniendo arqueológicamente allí. Pese a los esfuerzos de los colegas cochabambinos, no pudo conseguirse aún su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad.

El caso de Iskanwaya es más trágico. Se tienen anaqueles llenos de proyectos para su conservación y mantenimiento, pues corre serio riesgo de perderse. Se han invertido importantes cantidades de dinero para su salvaguarda, pero el proceso de deterioro continúa. Triste será que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos conozcan esta importante ciudadela solo en fotografías.

En general, entonces, el estado de conservación de los sitios monumentales en Bolivia es penoso.



OH!: ¿Qué entidades estatales o privadas impulsan o apoyan la investigación arqueológica en Bolivia?

La Unidad de Arqueología y Museos dependiente del Ministerio de Culturas brinda apoyo moral y facilita el trabajo de los arqueólogos emitiendo autorizaciones y llevando a cabo el control de los proyectos. Pero esa repartición misma carece de recursos.

En cuanto a las entidades privadas, de motu proprio, ninguna apoya la investigación arqueológica en Bolivia. Y eso es triste cuando comparamos con lo que sucede en Perú o Chile, donde incluso hay fundaciones privadas que impulsan esta actividad.



OH!: Hace algunos años hubo noticias sobre la cooperación de, por ejemplo, Dinamarca y me parece que Japón. ¿Qué sucede con la cooperación internacional? ¿Ha aumentado o disminuido?

Extraoficialmente se me dijo el año pasado que Japón donaría algo así como seis millones de dólares para la conservación de Tiwanaku, pero que el monto estaría dividido en 4, para 4 años de labores. Realmente no es mucho, pero es significativo. Ahora, ¿quiénes se encargarían de la labor? Que yo sepa no fueron fondos concursables, y no sé quiénes estarán ejecutando el proyecto, ni sus componentes.



OH!: Hace dos o tres años hubo diversas denuncias sobre deterioro de monumentos arqueológicos, incluso en Tiwanaku.

Todos los monumentos tienden a desaparecer en su calidad de restos materiales. Es una ley física, véase el cuarto principio de la termodinámica. Y además los monumentos de la antigüedad ya han cumplido su ciclo. Si los habitantes actuales no hacemos nada para su protección y conservación, ese deterioro continuará. Pero, en cambio, a veces se realizan acciones más bien contrarias: de destrucción. La celebración del Año Nuevo Aymara en Tiwanaku, por ejemplo, causa destrozos irreparables.

Es responsabilidad nuestra tratar de prolongar esa “vida” para el disfrute de las generaciones venideras y para entender nuestras raíces.



OH!: ¿Qué proyectos tiene en curso?

Como institución científica privada SCIENTIA tiene amplio conocimiento de sitios que podrían brindar información relevante sobre nuestro pasado, y desearía intervenir arqueológicamente en ellos, pero cualquier intervención requiere de recursos económicos, y estos no existen. De todos modos nunca nos hemos quedado de brazos cruzados pues consideramos que es nuestro deber proteger, estudiar y difundir nuestros recursos arqueológicos. Así que hemos de seguir con el mismo derrotero.

“Chachapuma, revista de arqueología boliviana” es otro emprendimiento nuestro que ha llegado al octavo número, pero lastimosamente no es un proyecto autosostenible y requiere recursos económicos para subsistir, los mismos que tampoco se tienen.



OH!: ¿Qué me dice de la actividad arqueológica a nivel de academia, universidades, etc.?

Dentro de este panorama, desalentador por cierto, creo que la Universidad Mayor de San Andrés tiene una participación positiva, pues aunque la Carrera de Arqueología es pequeña, tiene la misión de formar profesionales capaces y comprometidos con la realidad nacional. Además, a través de los fondos IDH, ha logrado llevar a cabo algunos significativos proyectos en bien de la arqueología boliviana.



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