Hace más de un año salió la versión de que en un sector del lago Titicaca existían pinturas rupestres al aire libre en una montaña del altiplano, las mismas estaban expuestas al duro clima de la región y a personas inescrupulosas que dañaron esas antiguas imágenes, pese a que están ubicadas muy distantes al trajín de las comunidades.
Fernando Paredes ya había escrudiñado el lugar con el yatiri Tokapu Villanueva y la versión nos llamó a la curiosidad, sin embargo no se pudo concretar y después de más de un año, pudimos realizar la incursión a la región.
Partimos a las cinco de la madrugada desde la ciudad de La Paz, en dirección a Carabuco, tomando la carretera a Puerto Acosta. Unos kilómetros antes de llegar a la población de Carabuco, conocida en el mundo por sus cuadros religiosos de su iglesia, desviamos a la parte superior de la carretera, desde donde se divisa la comunidad de Quilima del Dragón Dormido.
Luego, subimos por un camino de tierra en medio de sembradíos inicialmente, aunque mientras más alto subíamos, las posibilidades de respirar eran menores y tampoco habían ya sembradíos, aún así la humedad compensaba el esfuerzo.
Hasta que tuvimos que abandonar los vehículos en una planicie de la montaña que a la distancia se veía toda una columna de rocas y daba la impresión que había personas paradas observándote en las puntas, como guardianes.
No había más camino y comenzamos a subir a pie de manera libre, sin tener alguna senda o pista por dónde seguir, cuanto más nos acercábamos, la columna de piedras se agigantaba, estas no eran tan pequeñitas como apreciamos desde la carretera.
Un buen trecho subimos en medio de bellas flores apegadas al piso por el frío húmedo y otras en arboleda, cactus, wira wira, aunque más pequeñas de los normal y poco frondosas; también vimos rocas de diferentes colores y tamaños.
En la medida que ascendíamos, se podía observar la majestuosidad del enigmático lago Titicaca, que provoca leyendas e historias fantásticas y que aún guarda en sus profundidades estructuras enterradas.
Caminamos a un costado de la columna de rocas color ambar, negro, rojizo, plomo, colores caprichosos como el mismo terreno y solamente nos acompañaba la hermosa vista panorámica del lago, había plantas plomizas con flores lilas, moradas, amarillas, blancas, entre otras. Hago referencia a este hecho, ya que cuando se habla del altiplánico-andino se tiene el criterio absurdo que no crece nada por el frío reinante en las alturas.
Estábamos dirigiéndonos a la región conocida con varios nombres por los comunarios como Pintani, Seke Kollo o Chira Pata, es el lugar más alto de la región y la vista de palco es inigualable al margen del silencio absoluto, sólo la brisa y la bruma circulan en el aire.
Vizcachas y algunas aves del lago hacen su nido en estas alturas. No tuvo que pasar mucho tiempo como para verificar el hecho que caminando en dirección a las columnas de piedras gigantes nos perdimos y llegamos hasta concluir la hilera para luego retornar buscando el lugar de las pinturas rupestres.
Ingresamos en medio de las rocas, donde existe un cañadón con cactus y gran variedad de plantas, muy abrigadas del viento…tampoco pudimos dar con las pinturas que eran el motivo de toda nuestra travesía desde la madrugada de un sábado.
Retornamos por segunda vez por donde vinimos, pero esta vez observando cada roca gigante, pues las pinturas aparentemente estaban en algo así como una pared de una roca parada color rojizo. Seguimos buscando y de repente la naturaleza abrió sus entrañas y en medio de las rocas ocultas y con una vista panorámica espectacular estaban ahí, en la parte superior, a pocos metros de donde estábamos descansando en un terreno totalmente escarpado.
Desde la parte superior nos llaman, habían ubicado el lugar, tuvimos que trepar. Nos dimos cuenta que el lugar era muy estratégico, poco visible desde la parte superior y menos de la parte inferior, es un mirador muy bien cubierto; en ese momento surgió varias interrogantes: ¿por qué se hicieron estas pinturas en esa altura?, ¿cuál era el objetivo?, ¿quiénes lo hicieron o para qué?, ¿era un centro religioso?, ¿mirador?, ¿se realizaba en el lugar alguna concentración? o ¿un centro de meditación religioso?. Las conjeturas se apoderaron, pero las pinturas estaban frente a nosotros.
SU ANTIGUEDAD
El valor de estas pinturas deben ser estudiadas por expertos en el tema y determinar su data, definir a qué cultura pertenece e interpretarlas. Algo mejor, deben ser conservadas por autoridades y habitantes de Quilima del Dragón Dormido, que desde la columna de rocas se puede observar parte de la población, inevitable evitar el paisajismo libre hacia el lago Titicaca, pues la naturaleza hace su labor, con las nubes que cubren la región y de pronto hace sol, dejando destellos bellísimos, mostrando un panorama fantástico. En la próxima versión publicaremos las pinturas rupestres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario